José Joaquín Palma
Durante un tiempo residió en Guatemala. El autor de la letra del Himno Nacional, permaneció en el más profundo misterio hasta el
25 de julio de 1911, pues Palma antes de morir, reveló su secreto, de que él era el autor de la letra de dicho poema convertido en himno.
Rafael Álvarez Ovalle
Rafael Álvarez Ovalle obtuvo
las primeras posibilidades de enseñanzas musicales de su padre, Benjamin Alvarez, quien desde 1871 dirigía la escuela de música de Santa Lucía
Cotzumalguapa, en la costa del Pacífico de Guatemala. El joven Rafael asumió
esa posición después de que falleció su padre en 1875. Cuatro años
después, a los 21 años de edad, dejó Santa Lucía para trasladarse a la Ciudad de Guatemala. En la ciudad de Guatemala estudio en la
gloriosa escuela militar de música (en esa época llamada escuela de
sustitutos) graduándose de la misma. Adicionó con el Director de la Banda Marcial de Guatemala, el maestro
alemán Emilio Dressner, y logró ingresar a la agrupación como flautista. A la vez, tomó clases de composición con
el maestro Dressner, impulsando de esa manera su desarrollo artístico. Sin
embargo, no logró completar su entrenamiento, ya que Dressner tuvo que
regresar a Alemania en 1885. En ese mismo año, Rafael Álvarez participó en
un concurso convocado por el jefe de estado, General M. Aguilar, para poner
música a un himno nacional. La composición presentada por Álvarez fue
declarada ganadora, aunque con cierta controversia. Durante nueve años este Himno Popular fue
cantado en las escuelas, hasta que el presidente José María Reina Barrios volvió a convocar a concurso, sobre
otra letra. Álvarez volvió a presentar su composición, con la fortuna de que
se adaptaba fácilmente al metro del nuevo poema. La composición volvió a
ganar, y desde esa época se conoce como Himno Nacional de Guatemala. El autor de la
letra se mantuvo anónimo hasta que el poeta cubano José Joaquín Palma reveló en su lecho de muerte que la
letra era suya, y que no había declarado ser el autor por haber sido uno de
los integrantes del jurado. Esta composición llevó a Álvarez a la fama
nacional, con numerosos homenajes que culminaron en una gran ceremonia en su
honor que se llevó a cabo en 1911 en el Teatro Colón. Como flautista y guitarrista, Álvarez integró
diversas agrupaciones, notablemente la estudiantina "La Tuna", pero también
algunas estudiantinas para señoritas que formaron parte de su actividad como
maestro de formación musical. Su producción como compositor se limita a música sacra en latín, piezas de
baile y de
salón, y diversos arreglos para guitarra o estudiantina.
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